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El brote de Covid-19 no sólo está irrumpiendo en la vida de cada uno de nosotros: es un catalizador para un cambio profundo a medio plazo en el lugar de trabajo y en la gestión del talento organizativo.

Claramente en un entorno competitivo y cambiante, las empresas buscan directiv@s con talento y capacidad de adaptación. Cada vez hay más pruebas de una nueva paradoja del management, en la que la digitalización y la tecnología están desmarcando las viejas habilidades. Por lo tanto, incluso si tu equipo está altamente cualificado según los estándares actuales, es posible que no lo esté mañana. Necesitamos repensar como gestionamos el talento.

En un mercado cambiante, existen cualidades que resultan indispensables. Nos encontramos en un momento que exige capacidad de decisión, por parte de los directivos. La capacidad de iniciar y navegar por el cambio debe impregnar todos los niveles de la empresa, no solo el C-suite. Por supuesto, ésta es una tarea difícil, que requiere una comprensión matizada de la economía conductual del cambio.

Las empresas que han mantenido las mismas prácticas durante años porque “así es como se hacen las cosas” ahora repiensan su cultura organizativa y se plantean ¿qué habilidades debe tener un Directivo para dar respuesta a la situación actual y futura? ¿Qué cualidades son necesarias para gestionar la transformación?

Innovar para sobrevivir es el nuevo motor, y es esencial para la continuidad empresarial exitosa en la pandemia actual. Las necesidades cambiantes nos exigen que los directivos tengan la capacidad de adaptarse.

En adición, las responsabilidades en la gestión de personas de esos directivos y managers, se están viendo modificadas. Como miembros del equipo directivo de una Organización, los managers deben prepararse para adaptarse con éxito a un entorno empresarial que cambia rápidamente. Para ayudar a su gente para liderar esa transformación, los líderes necesitan una cultura en el lugar de trabajo que viva y respire adaptabilidad, una cultura con agilidad en su ADN.

Si a los equipos se les enseña cómo desarrollar una mentalidad de aprendizaje, estarán listos para lidiar en un entorno impredecible. La rápida adopción de tecnología nueva y avanzada, es el catalizador central y es más que probable que conduzca a una aceleración en la creación de nuevos roles.

Por otra parte, la relación entre la empresa y las personas que la componen, está en proceso de reconfiguración. Ahora son los directivos los que exigen cierto compromiso y condiciones por parte de las  Compañías. Debemos comprender que una crisis es una oportunidad. Nos exige que hagamos una pausa y observemos profunda y honestamente todas las cosas que hemos estado haciendo día tras día sin pensar realmente si estas cosas nos satisfacen, explotan nuestras fortalezas o están alineadas con nuestro propósito personal.

Estar abierto a un posible cambio laboral permite que los directivos sientan curiosidad acerca de quiénes son y cómo pueden hacer un trabajo que se alinee con su propósito, es decir, ser más exigentes.

Sorprendentemente en un mercado de incertidumbre los profesionales no le temen al cambio. Por lo tanto, las empresas deben repensar, no sólo qué exigen a sus directivos, también deben concienciarse sobre el nuevo modelo relacional: debemos hablar de relaciones bidireccionales basadas en la confianza, entre directivos-empresas: “WIN-WIN“.